Nos quejábamos hace poco de que los niños no conocen su propia ciudad. De que saben de romanos y Parthenones pero ignoran por dónde pasaban las murallas de Palma. Comprobamos en cada intercambio que muy pocos pasean por el casco antiguo, que apenas unos cuantos han recorrido sus calles preguntándose por qué son tan estrechas. Por todo ello, seguimos defendiendo el entorno como herramienta de aprendizaje, como cimiento imprescindible para fortalecer la identidad y valores tan importantes como el respeto, la responsabilidad o el sentimiento comunitario. Por todo ello, seguimos montando en el sofá para viajar a golpe de click a lugares muuuuuy lejanos.
Montando Palma
Esta vez, nuestro inquieto tresillo nos llevó a San José de Costa Rica, desde donde los alumnos del Instituto Educativo Moderno nos mostraron sus edificios, sus parques y sus recorridos cotidianos. Así, descubrimos las diferencias entre las ciudades de origen medieval (con sus murallas, sus distintos crecimientos y tramas urbanas, sus ensanches...) y las urbes de nuevo crecimiento (con sus cuadrículas y sus diversas estructuras).
Los alumnos del CC Santa Mónica, durante la conexión vía Skype con San José
Tras desmontar y remontar Palma (las ciudades son puzzles lógicos y llenos de sabiduría), transformamos algunos de sus espacios más cuestionables, atendiendo a esa necesidad de relación que constantemente aclamamos para el espacio público. Cual equipo de gestores urbanos, diseñamos las directrices de dos ciudades de distinto origen. Y comprobamos, una vez más, cuánto nos gusta (y qué poco nos cuesta) aprender de nuestro entorno inmediato.
Diseñando una ciudad de origen medieval